La DOP Azafrán de La Mancha afronta la campaña como una nueva prueba de subsistencia

producción de azafrán de la mancha 2023
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El Azafrán de La Mancha encara un desafío mayúsculo con la nueva temporada de cosecha. Tras varios años en declive, la emblemática Denominación de Origen Protegida (DOP) se halla en una coyuntura crítica, marcada por la inclemencia climática y una reducción palpable tanto en la cantidad de productores inscritos como en la extensión de tierras dedicadas al cultivo.

La Incertidumbre Climática y su Impacto en la Producción

Las altas temperaturas otoñales, aliadas con la ausencia de precipitaciones, no auguran buen presagio para la recolección de este año. Esta situación climatológica desfavorable pone en jaque la viabilidad a corto plazo de la producción de azafrán. La cosecha no solo se presenta con retraso sino que también refleja una preocupante disminución en el número de agricultores implicados y en la superficie cultivable. Este año, la cifra de productores ha caído en un 34%, con solo 90,4 hectáreas en cultivo.

La Decadencia Productiva y sus Repercusiones Económicas

No podemos ignorar la tendencia negativa que ha caracterizado al sector en los últimos tiempos. Desde el año pico de 2018, con casi un kilo de producción, los números han ido cayendo en picado. Este retroceso no es solo un golpe a la producción, sino que también repercute en la solvencia del Consejo Regulador del Azafrán de La Mancha. La capacidad operativa de este órgano depende en gran medida de las cuotas que abonan los productores y envasadores, directamente vinculadas a la cantidad de azafrán obtenido cada año. Una mala campaña, como la temida repetición de las cifras de 2021, podría minar aún más la situación ya comprometida del Consejo.

Estrategias y Medidas para Garantizar la Continuidad del Cultivo

La DOP Azafrán de La Mancha se enfrenta a la urgencia de implementar medidas concretas para revertir esta tendencia. La viabilidad futura del cultivo y su marca de calidad requieren de un plan robusto y bien financiado. Se busca un enfoque estratégico que no solo frene el declive, sino que promueva una recuperación ágil y efectiva.

Valentina Cabra, presidenta de la Denominación de Origen, no ha dudado en señalar los «graves problemas estructurales» como el cambio climático, la falta de un mercado de cormos certificados, la escasa mecanización y la alta demanda de mano de obra como lastres para el desarrollo del sector. El panorama es desalentador: la extinción de la producción en áreas tradicionales, la competencia de importaciones masivas, la fragmentación de las parcelas y la débil integración en los mercados. Todo esto sin olvidar el arraigo social y familiar que representa este cultivo, parte esencial del patrimonio de Castilla-La Mancha.

En este complejo escenario, la DOP Azafrán de La Mancha no solo lucha por mantener su legado, sino también por su subsistencia económica. Las acciones futuras deberán centrarse en promover el crecimiento ordenado del sector y asegurar el relevo generacional. Solo así podremos esperar mantener viva la llama de un cultivo que trasciende lo agronómico para convertirse en un estandarte cultural.

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